Yuri Rodekin
(…) Rodekin es un pintor ecléctico. Un renacentista, un clásico bifronte; sus figuras, que trasmiten la aguda sensibilidad del delirio romántico, aparecen a un tiempo maleadas por una mirada expresionista, ácida y doliente (…)
Desde el pasado 19 de Octubre tenemos el placer de contar con el artista Yuri Rodekin
En esa gran región donde el amor, ángel terrible No esconda como acero En mi pecho su ala. Luis Cernuda Yuri Rodekin es una figura en si mismo. Su pintura es hipnótica. Acabamos envueltos por sus personajes heridos en el alma, por su mirada detenida en su propio dolor. Es el gesto de los que están fuera, narcisos terribles abocados a contemplar siempre su propia imagen mientras la naturaleza sinuosa, húmeda y feraz los envuelve como un útero bello y terrible. Su pintura es de una rara belleza, nos interroga, nos llama, como una planta carnívora en la que podemos caer prisioneros. En la que queremos transitar, perplejos y atrapados. Rodekin es un pintor ecléctico. Un renacentista, un clásico bifronte; sus figuras, que trasmiten la aguda sensibilidad del delirio romántico, aparecen a un tiempo maleadas por una mirada expresionista, ácida y doliente. Elemental en su punto de partida: el romanticismo. La escenografía de susu obras pone en juego personajes pintados, dotados de rasgos ilustrados, iluminados por la melancolía en un mundo lánguido y de una fuerte dureza emotiva. Hay que adentrarse en sus cuadros-escenarios de los que surge “el alter-ego” del pintor, en su esencia creativa y en su rica cultura intelectual y emocional. Rodekine domina lo clásico desde la modernidad, lo que hace patente en sus personajes y en sus espacios pictóricos. No hace falta más que contemplar el manejo con el que perfila las entrañas de la refinada fisonomía que plasma en las figuras pintadas en sus lienzos: rostros, lánguidos y estilizados que miran de forma penetrante y con ojos entrecerrados su entorno. La lectura, la serpiente, el tono pálido de sus personajes tremendamente delicados, representados en la visión de un mundo atemporal, de un paraíso de soledad al que han sido arrojados y del que no quieren huir, transidos de si mismo, de su elegante soberbia, de su belleza noble. Hay que descubrir a este pintor, cuya estética está inmensa en su mundo interior, rico y dotado de puro simbolismo. Sus obras emanan sensualidad y reconducen nuestra mirada al mas alto rango de lo bello y melancólico, del dramatismo o al simple sueño rebelde de una juventud sin memoria. Drama, belleza y modernidad entremezclados dejan entrever un futuro iluminado del fulgor de la creatividad del artista. Las obras de Rodekin son bellas, nostálgicas, transmiten una energía propia. Cada gesto, cada mirada, cada composición escénica y cada tonalidad cromática se integran en una estructura armónica y al mismo tiempo intimidatoria. La lluvia, las lágrimas, la agresión y la timidez, la quietud y las miradas inquietantes y expectantes no pasan inadvertidos en un mundo que se debate en la controversia entre el amor y la pasión. Rodekin se repite y se repite en sus “alter-ego”, siempre él mismo, siempre observando un horizonte esperanzador, como un Hyperion arrojado desde las alturas y convertido en un Fausto romántico cuyo único deseo es despertar de la noche oscura del alma. Benedicto Gómez Martínez |
IMÁGENES DE LA EXPOSICIÓN